Thursday, October 18, 2007

Bas Jan Ader

Del 26 de agosto al 5 de noviembre del 2006 se presentó en el Museo Boijmans van Beuningen de Rótterdam una retrospectiva sobre Bas Jan Ader, artista holandés activo a principios de los años setenta y cuyo trabajo se ha enmarcado en lo que se conoce como Arte Conceptual. Dicha muestra era muy parecida a la que se había presentado dos años atrás en el Museo Rufino Tamayo de la Ciudad de México, pero lo que me parece relevante de esta exposición y que la diferencia de la de México, es el trabajo de curaduría de las salas anexas a la muestra del artista. En la sala que antecedía al trabajo de Ader, y que servía como prólogo, se presentó un montaje que contextualizaba, de alguna forma, la inquietud de otros artistas de la época en su intención por abordar la ciudad como soporte, como medio o como el trabajo en sí, entre otros tópicos. Artistas que tuvieron algún tipo de relación con Ader, ya sea por algunos intereses intelectuales en común, deseos inconclusos que se reflejan en la obra o simplemente por formar parte del mismo período histórico en el que se desarrollaron estrategias similares en torno al arte como idea. En la última sala, que funcionaba como epílogo de la exposición, había todo un montaje cronológico hecho con notas periodísticas que correspondían a algún evento importante y que guardaban cierta relación con una pieza en particular de Ader: Please don’t leave me. Las noticias estaban montadas en un peculiar estilo que me recordaron las cajas de On Kawara, y que señalaban un antes y un después de la obra de Ader. Me parece que no es casual que los curadores hayan ubicado esta pieza en una línea temporal, en la que se resalta la importancia del acontecimiento histórico en relación con una posible interpretación del texto que aparece en la imagen. Puesto el panorama de esta forma, me gustaría esbozar algunas ideas que me parecen importantes alrededor de algunas piezas de Bas Jan Ader y conseguir, de esta forma, una posible interpretación de ellas, a pesar de que la manera en que se tejen estas ideas no coincida con el desarrollo cronológico del trabajo de Ader.

In Search of the Miraculous


Please don’t leave me no sólo apela al “aquí” y al “ahora”, a un momento y a un tiempo específicos en el que “algo” (sin saber exactamente qué) tuvo lugar. Creo que las motivaciones de dicha enunciación van más allá, esta frase se dirige hacia un “topos” todavía inexistente, al terreno donde es posible dicha promesa gracias al encuentro con el espectador. Please don’t leave me es una de las piezas emblemáticas del artista y que lo sitúan, de alguna manera, como disidente en la práctica conceptual dogmática. Es justamente este carácter, a veces nostálgico a veces patético, el que define el trabajo de Ader en una línea que atraviesa al conceptualismo. Digo nostálgico por varias razones, la referencia a Caspar David Friedrich –en las fotografías donde el mismo Ader aparece mirando el sol ocultándose entre las montañas–, es la más básica y obvia, sin embargo, me parece que, en este caso, explora algo perdido, algo que el propio lenguaje está incapacitado para asir, y que, al mismo tiempo, se articula a través de él, quizá en su intento fútil de hablar sobre la experiencia de lo sublime. Esta paradoja se vuelve un eje neurálgico en la práctica de Ader para explorar los límites del lenguaje, opera como aquellos parajes en donde el lenguaje se vuelve una ínsula que, por este motivo, puede ver –quizá no con suficiente claridad–, pero no alcanzar el objeto deseado. Tal y como Ader aparece en sus fotografías: viendo al horizonte sin nunca poder tocarlo. A continuación me explico mejor, dicha exploración de los lindes del lenguaje, motivada por la nostalgia, se vuelve más evidente en su último trabajo: In Search of the Miraculous, en gran parte a la incertidumbre, a la duda que navega, o debo tal vez decir naufraga, alrededor de esta pieza; y también por la ambigüedad, entre realidad y “puesta en escena”, con la que Ader trabajaba. El mito ronda la figura de este peculiar artista después de que en 1975 se embarcara en esta pieza sin retorno, la búsqueda comenzó y tal vez aún no termina, en este caso ya no se trata de una promesa (cumplida o no), tampoco de lograr un objetivo pragmáticamente, se trata de una aventura en que la finalidad no importa. En el infinito Atlántico, la búsqueda del milagro seguramente todavía tiene lugar. Algunos se empeñan en afirmar que Bas Jan Ader sigue vivo, si fuera así In Search of the Miraculous fracasaría y toda utopía posible también. El objetivo no era llegar “al otro lado del Atlántico” –eso sería fácil para cualquiera con un barquito de papel–, sino “caer en el fin del mundo”. Otra vez Ader nos conmueve y, aunque no se haya encontrado su cuerpo después del naufragio la búsqueda sigue vigente, latente.

I'm too sad to tell you


¿Un conceptual romántico? ¿un racionalista sin idea? o quizá ¿un sentimentalista del concepto? La obra de Ader está plagada de planteamientos sin resolver, dudas, inquisiciones, actos que se dirigen completamente al fracaso o a lo absurdo (como Fall I y II o One night in Los Angeles), pero que en ese carácter se organiza el pathos. En general, su obra es vaga, errante, no por defecto sino por efecto, incompleta si se quiere, y aquí doy pie a la segunda cuestión, si he dicho que se trata de un conceptualismo patético es que, por efectos retóricos, apela a las emociones del espectador a pesar de que los enunciados se presenten como formas del lenguaje organizadas. Dichos enunciados logran su cometido por lo poco que dicen y lo mucho que articulan, no se pueden leer y conformarse con eso. Un claro ejemplo de esta cuestión es I`m too sad to tell you, no sólo porque la pieza parecería tautológica, el texto hace referencia al llanto que aparece en la imagen, lo que en un primer sentido sería obvio y vaciaría la pieza de todo contenido. Al mismo tiempo parecería que el texto confirma la acción sin cuestionar su autenticidad, la potencia de esta imagen radica justamente en que nunca nos dice porqué está triste, la motivación del llanto permanece oculta, así como Un bruit secret de Duchamp. Al enunciado I’m too sad to tell you, se le podría agregar o contestar Why are you too sad to tell me/us? Why are you sad? La “supuesta tristeza”, expresada a través del lenguaje ya sea por el gesto o por el texto, ahoga al propio lenguaje, no le permite salir a flote, es la razón por la que la respuesta no puede ser pronunciada, además de que si la explicación existiera se volvería inocua. El propio lenguaje se vuelve cadena, cárcel de sí mismo, deja de funcionar como vehículo, como medio del mensaje.
No será la única vez que el trabajo de Ader hable de los huecos, del sentido obtuso del lenguaje, de la ineptitud, quizá necesaria, planteada en la dialéctica básica del receptor y el emisor, en la que se formula un diálogo inconcluso, sin respuesta. En Thoughts unsaid then forgotten hay una operación similar. Esta instalación consta del texto dibujado en la pared iluminado por una lámpara común y un ramo de flores puestas en un florero al pie del texto en el suelo. Dicho andamio conceptual se refiere tanto al hecho de pensar, como al propio lenguaje que articula los pensamientos. Entiéndase éste tanto al sistema de signos que permite articular un mensaje, como al acto mismo de hablar. Así, el lenguaje, como “soporte material” de los pensamientos, se desvanece, por proceso natural cuando se enuncia, como las flores encuentran su agosto. Hay que añadir que el texto tenía que ser borrado a los pocos días del montaje, dejando sólo un indicio de él: la lámpara apuntando con su luz el lugar donde se escribió el texto en la pared y las flores marchitas. Este vanitas conceptual vuelve a encerrarse a sí mismo: por un acto metonímico, la luz que simula el “material” del pensamiento y las flores su permanencia contienen la frase. Como contenedores de su propio contenido las frases de Ader se constituyen en lo que yo denominaría como crepúsculo del sentido, justo ahí en el horizonte en que el sentido se desvanece, justo el instante en que el sentido, como el sol, ya no se ve, no obstante la luz que arroja sí. Este momento crepuscular equivale a los susurros en el viento y sus posibles ecos, al momento en que Ader mira al horizonte y conversa con la montaña, la cual repite la añeja charla sobre “las cosas que son siempre y necesariamente verdad y las que ocasional y accidentalmente lo son”…


Para más referencias véase Bruce Hainley, "Legend of the fall - photographer Bas Jan Ader", ArtForum, March 1999, FindArticles.com. 19 Sep. 2006. http://findarticles.com/p/articles/mi_m0268/is_7_37/ai_54169956

© Texto por Marcelino de la Foresta,
Utrecht, The Netherlands, octubre de 2006.

2 comments:

Shyvi said...

¡Frufris! Se nota que si te conectas con Ader, lo bueno de esto es que logras la claridad, aunque te pones muy cerca de las piezas "no pierdes la brújula" Muacks

Christian Obregón said...

Hola!

He leído el artículo de Ader y me parece muy bueno. Estoy haciendo un proyecto para homenajear una de sus piezas.

Mi blog: http:://fuckindreamer.blogspot.com