Thursday, October 18, 2007

In Girum Imus Nocte et Consumimur Igni. The Situationist International & The Lost Paradise

Del 14 de diciembre de 2006 al 11 de marzo de 2007 se presentó en el Centraal Museum de la ciudad de Utrecht en los Países Bajos la exposición In Girum Imus Nocte et Consumimur Igni. The Situationist International and the lost paradise, cuyo nombre proviene de una película que Guy Debord realizó en el año 1978. La frase es un palindroma que significa algo así como “entramos al círculo de noche y el fuego nos consume”. Me parece que la intención de mostrar este tipo de exhibición en un museo local tenía por objetivo rescatar los vínculos entre dos grandes ciudades (Paris y Ámsterdam) que, alrededor de 1968, sufrieron la efervescencia de los movimientos sociales de la época como consecuencia del período de posguerra. De igual forma, parecía relevante recuperar algunos documentos de lo que algunos consideran la última vanguardia del siglo XX, la Internacional Situacionista (IS), y la relación que se estableció con la Internacional Letrista, movimiento que le antecedió y del que algunos integrantes formarían parte de ambos.

Me pareció interesante que los curadores mostaran los documentos, bocetos y maquetas sobre el proyecto arquitectónico de Constant Niewenhuis: New Babylon/a>,
el cual se presentó en el pabellón holandés durante la Bienal de Venecia de 1966. En el catálogo se recoge una entrevista que se le hizo a Niewenhuis, en ella se describe detalladamente el proceso y las motivaciones que lo llevaron a crear semejante Babilonia moderna. Sin duda, un proyecto que antecede, ya sea como prognosis o no, el estado actual de la cultura global, donde el éxodo y el desarraigo son dos síntomas que motivaron el proyecto de Niewenhuis y del que configura un nuevo tipo de sociedad en la que habitaría el homo ludens.

New Babylon estaba motivada, en gran parte, por la obra de Johann Huizinga (Homo Ludens: A Study of the Play-Element in Culture, 1938), historiador holandés cuyo trabajo está atravesado por la estética romántica, en el que describe la relevancia del juego y su papel relevante en las sociedades contemporáneas, así como la modificación que sufre el otrora homo faber a partir del creciente proceso de automatización.
Según Henri Lefebvre, en una entrevista que le hiciera Kristine Ross en 1983 y que fuera publicada en la revista October en 1997, el tratado de Niewenhuis (For an Arquitecture of Situation, 1953, motivado por la propia obra del sociólogo francés Critique de la vie quotidienne, 1950), ya consideraba la posibilidad de producir "situaciones" a partir de conectar algunas partes de la ciudad con otras, en el que la arquitectura funcionaría como el principal detonador de dichos eventos. Sin explicar exactamente cómo o de qué forma se desarrollarían estas situaciones, Niewenhuis apostaba por la construcción de esta nueva sociedad cuyo fundamento es el tipo de relaciones económicas que se establecen a partir de una dinámica de la automatización que evitaría a los desplazados o alienados económicos, pues la humanidad, a partir de estos vínculos de producción, se dedicaría, entonces, a liberarse del trabajo productivo para dedicarse al juego.
La muestra abría con la famosa película de Guy Debord, La Société du Spectacle (1973), acompañada del ensayo que le dio el mismo nombre (1969). En dicho documento Debord hace una crítica feroz a lo que parece inminente: el desarrollo de una sociedad de consumo de bienes en detrimento de una sociedad productiva en ideas, en otros términos, el ascenso de la burguesía como forma ideológica en detrimento del proletariado, o en todo caso, la modificación de esta relación de clases. La crítica que comenzó Debord a finales de los años sesenta señalaba, hasta cierto punto, el triunfo del capital en la mayoría de las sociedades del mundo, principalmente con la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial y la consecuente división del mundo en dos ejes económicos. Pero, sobre todo, la crítica se centra en la relevancia que la imagen iba adquiriendo como mediadora –a través de los propios medios técnicos de producción como la fotografía, el cine y posteriormente la televisión–, y sus efectos en las relaciones intersubjetivas. Una cuestión que cobra mayor interés en nuestro actual estadio de la cultura y el predominio de lo visual a través de las cada vez más recientes técnicas de producción de la imagen.
Algo que me vino inmediatamente a la mente cuando me encontraba recorriendo la exposición fue ¿qué pensaría Debord en estos momentos si pudiera ver la muestra? Es obvio que detrás de este tipo de montajes hay intenciones más didácticas que revolucionarias, de presentar conexiones históricas, geográficas e ideológicas. Creo que la muestra creaba cierto ambiente en el que se respiraba la nostalgia tal vez por los tiempos revolucionarios o por los tiempos en los que parecía necesario rebelarse contra la figura del Estado opresor y crear movimientos autárquicos. Sin embargo, los documentos se ahogaban detrás del capelo protector para mostrar reliquias del pasado sin la intención de reactivar sus antiguos cometidos. Por otro lado, la cantidad de imágenes, entre pinturas, fotografías ampliadas y adheridas a la pared, documentos y proyecciones de las películas provocaban en el espectador una sensación de extravío, en otros términos: el "sumergimiento" en la superficie de la imagen. Un logro museográfico que explica en términos pedagógicos el estado que define Debord sobre la cultura en relación con la imagen. Algo que me parece importante, y de lo que todavía no se habla aún, es el papel relevante que tuvieron los propios medios técnicos, como el cine o los impresos, para irradiar las ideas situacionistas, es decir, la IS vista desde una Teoría de los Media. Este movimiento debe su importancia, en parte, justamente a la manera en que se hizo un movimiento público, publicado con frecuencia, en la medida que querían llegar a un mayor número de lectores-espectadores. Me parece que es un punto relevante puesto que señala el carácter dialéctico de los propios medios de producción de imágenes, cuya crítica se centra, en nuestros días, en la producción, distribución y consumo de este imaginario telemático.


Sobre las tácticas situacionistas

La museografía de alguna manera intentaba mostrar los métodos que utilizaron Debord y los situacionistas, tales como: la dérive, el détournement, o la psychogeography en el contexto de un nuevo urbanismo que modificaba la “ciudad luz” desde principio de la década de los años cincuenta hasta finales de los años sesenta. Llegados hasta este punto me gustaría arrojar una hipótesis que me parece necesaria por dos condiciones que imperan en el estado de las sociedades de hoy. En primer lugar porque el éxodo y el desarraigo no son procesos que hayan concluido ya, sino al contrario, desde entonces la dialéctica entre centros y periferias se ha incrementado al grado de desvanecer las fronteras geopolíticas. Y por otro lado, el atrofio que ha sufrido la producción de "situaciones" por efecto de la cartografía virtual que dibuja la internet. Estas dos condiciones gobiernan en nuestros días y me parece pertinente recurrir a las teorías de la IS para pensar, en esos términos, mecanismos que nos proporcionen ya no de una cartografía global, como de una psicogeografía que invente brújulas para entrar y salir del estado esquizofrénico de la cultura.La práctica de la deriva se definiría como una táctica que, en general, trataba de modificar la situación del sujeto en el contexto urbano, es decir, no sólo su ubicación en el terreno, sino la modificación que sufre en su conducta a partir de las relaciones que establece con el entorno, detonando irremediablemente el acontecimiento. El propósito, desde mi punto de vista, era el de diseñar la ciudad, pero no como los urbanistas de la época pensaban, ésto es, a través de la funcionalidad y el orden que segmentaba los espacios de cohabitación, reduciendo la vida de los sujetos a un infinito y desgastador trayecto que va del lugar de trabajo al lugar de descanso sin alteración alguna, o incluso formando ghettos donde se congregan las comunidades de los "otros" (migrantes, obreros, extranjeros, etcétera). Me parece también que el propósito se volvió político cuando vieron en riesgo las fronteras entre vida privada y vida pública, es decir, cuando la calle perdía su uso como un espacio que posibilite el encuentro, y en su defecto se tornaba en un espacio inerte sólo para el tránsito, donde nada se produce, donde nada permanece como memoria -terreno infértil ya sea para el acontecimiento político, histórico o amoroso. Mejor ejemplo no se puede tener: el mayo del 68 francés sería el momento culminante, en el que las "multitudes" dieron paso a las "audiencias", "público" en lugar de "pueblo" (sobre todo en relación con la imagen y una cultura visual, aunque este momento conmemora el triunfo del capital). La deriva, entonces, pretende ser un tipo de escritura -espacial, arquitectónica o táctil, pues tomaba como soporte a la ciudad-, que se hacía a través del “paseo errático” (vagabundeo, si se prefiere) para detonar el momento justo del "encuentro". Dicha práctica consiste, principalmente, en dejarse inundar por los efectos que produce la desorientación en el terreno. Táctica terrorista, pues el miedo y la angustia parecen inevitables si se piensa en el extravío como centro productor de estas emociones, sin embargo, cuando se controlan dichas pasiones, pueden dar lugar a la senda, al camino o a la ruta. Este efecto de extraviamiento (sentirse perdido) es una categoría táctil -si se piensa que está en relación con la arquitectura-, porque invade el cuerpo, lo intoxica, hasta cierto grado también es eufórica, pues contradice todo el programa del cálculo, entre orden y proyecto.Desde mi punto de vista, bajo la consigna Ne travaillez jamais, los situacionistas buscaban desviar el sentido mismo de la producción con el propósito de diluir la lucha de clases. Con el uso del détournament se lograría conseguir otra lógica productiva en el que se invertiría los mecanismos de las sociedades disciplinarias que describiría Foucault años más tarde, tales como el empleo de la medición del tiempo o el encauzamiento de la conducta en los "lugares de encierro". El propósito de la IS era, hasta cierto punto, modificar la utilidad de los espacios urbanos para transformar, a su vez, las relaciones de producción y el valor de uso de los objetos: transformar los modos de usar las cosas y de utilizar los lugares donde se contruyen-transforman dichos objetos. El asalto en los horarios de los trenes, caminos en las azoteas de las casas o la apertura de los vagones del subterráneo para hacer fiestas nocturnas, por citar algunos ejemplos, motivaría la producción de situaciones y dibujaría otra anatomía de la polis a partir del desvío en su uso, porque, como ya hemos dicho hasta ahora, la ciudad servía como soporte simbólico para llevar a cabo los llamados momentos situacionistas. Como se trata de tácticas que surgen en el seno de la producción simbólica -cuyos principios heredados provienen del Surrealismo y del Dadaísmo, o del teatro épico de Brecht, como lo confirma aquella frase famosa de Michèle Bernstein: "There was the father we hated: Surrealism. And there was the father we loved: Dada. We were the children of both"-, se infiere el programa y la dirección de los integrantes de la IS: liberar al objeto de arte de su cualidad objetual y eliminar, de esta forma, las fronteras entre artista y espectador, cuyo carácter efímero incidiría también en la dinámíca del propietario-burgués-capitalista. Sin duda, se trata de un tipo de anarquismo de la representación, pues lo que ahí se presentaba ya no se representaría más, ni siquiera de la misma manera ni con la misma forma. Lo que sobrevive de la IS son sus tácticas y no objetos de culto, fetiches; y en ese sentido hay que adoptar-adaptar las tácticas a los tiempos que corren.
Si bien los mapas son para ubicarnos en el terrreno -y algunas veces para encontrar tesoros-, éstos producen un particular punto de vista; nos ubican por encima del territrorio con una visión a distancia, alejada o panóptica, periférica y privilegiada. Sin duda, corresponden a la hegemonía de la mirada en tanto dispositivo no sólo disciplinario, sino de control. En este sentido, me parece que la psicogeografía, en tanto resultado de una situación, construye un "mapa mental" del terreno, tanto espacial cuanto temporal, en el que las condiciones de los puntos de conexión cambian constantemente por distintos motivos-motivaciones. Pienso que se trata de un "rizoma" -en el sentido que Deleuze y Guattari le atribuyen a este término-, donde no hay un punto de partida (un inicio fijo) ni tampoco un final establecido. En todo caso, hay "puntos de fuga" que producen puntos de encuentro, los cuales construyen trayectos de manera horizontal y sincrónica sin jerarquías. Me parece que para los situacionistas la calle, esos "no lugares" por excelencia, estaba destinada a convertirse en cicatriz, en espacios para la memoria desde el presente, de ahí su relación con los "momentos" de Lefebvre, un mapeo de las relaciones (emocionales, económicas, amorosas, históricas, etcétera) que uno mismo establece conforme al trayecto. La diferencia entre estas categorías va más allá de que unas se refieren a un espacio determinado y los otros a un tiempo específico, sino que, en la lógica del capital de posguerra, se ven imbricadas unas con otras: no sólo se ha hecho del tiempo un organismo que mide las fuerzas de los individuos y las utiliza, sino que se provee de un espacio en el que se pueden encauzar dichas fuerzas con un mayor desempeño; de ahí la crítica contra el urbanismo que segrega y administra las potencias de los individuos para sus fines. En todo caso, me parece que estas categorías inauguran no sólo un espacio utópico, sino un tiempo ucrónico
sometido a un régimen temporal y bajo determinadas condiciones espaciales, el cuerpo desencadena sus potencias


Sobre nuestra "situación" actual

Nos hes dado a considerar que las categorías y las tácticas inauguradas por la IS se han vuelto lugar común o que se encuentran en deterioro por la redundancia en el discurso del pensamiento de izquierda. Sin embargo, pienso que es buen momento para reconsiderarlas, apropiárselas y potenciarlas por las razones antes mencionadas, pues en el panorama actual que configura la red parece difícil detonar este tipo de tácticas, más aún, la ciudad, la plaza pública o la calle misma parecen espacios inhóspitos, ya que los únicos espacios (permitidos o aceptados) donde se congregan las mayorías bajo un sólo propósito son los proporcionados para el divertimento; un estadio o una sala de concierto. Las plazas públicas, en su actual estado de descomposición dan cuenta de su transfiguración en los foros que ofrece la red, espacios no sólo para la rebeldía mediática, sino para todo tipo de "perversión" o "revolución" aceptadas. El solipsismo que predomina en estos foros -a veces como ágora donde la democracia parece tener lugar, otras donde se construyen nuevas formas de alienación al no compartir los códigos que encierran dichos entornos- alimentan el individualismo en detrimento de la comunidad.
El espacio modifica e impone una serie de reglas
Si seguimos la tesis de Lefebvre sobre la producción del espacio social daremos cuenta que precisamente se trata de construcciones simbólicas donde se desenvuelven determinadas prácticas, se establecen distintas relaciones de valor social, económicas o políticas y se implementa una autoregulación entre las partes y el todo. Habrá que poner especial atención en el desenvolvimiento del "no lugar" por excelencia.

En este sentido, creo que los situacionistas buscaban, sin proponérselo, la producción de "no lugares", una categoría que para el sociólogo Marc Augé

Ahora bien, me parece que sin proponérselo del todo, el proyecto situacionista se debe en parte a los movimientos migratorios que intensificaron la expansión y la construcción de los suburbios en Paris. Me parece que las tácticas situacionistas ya son en sí, un reflejo de esta movilidad.
pensar estas tácticas es pensarlas en términos urbanísticos y ecológicos.
Ante el problema de la deriva de Debord, más que "lugares" son las situaciones las que interesan a este dandy de la modernidad porque detonan el acontecimiento, Marc Augé los definiría como "no lugares". Los "no lugares", según Augé, son vertederos donde las multitudes se entrecruzan momentáneamente, definidos básicamente por una relación contractual



© Texto por Marcelino de la Foresta y Chico del Bordo
Utrecht, The Netherlands, diciembre de 2006

1 comment:

Unknown said...

Hola, les pido perdon pero creo que el palindrome era "In girum imus nocte et consumimur igni"